El patrimonio más grande de cualquier vendedor

Todos los seres humanos tenemos metas pero la mayoría de las veces no las conocemos, porque no nos hemos dado la tarea de escribirlas. Manifestar una meta por escrito es como poner el motor en marcha, y este solo hecho nos da fuerza de concentración para conseguirla. A menudo escucho personas que dicen no tener metas, pero solamente están confundidas por no conocer esta técnica elemental, o porque aun conociéndola no la ponen en práctica. Le invito a que dedique un poco de su tiempo a identificar sus metas y a luego fijarlas por escrito.

No confunda el significado de tres palabras que se parecen; sin embargo son distintas: “Los sueños”, “las metas” y “los objetivos”. Las metas tienen características propias que las diferencian de los sueños y los objetivos. Una meta tiene que ser específica, tiene que ser medible, y debe tener una fecha precisa. Cuando ya definimos la meta y la tenemos plenamente identificada,  la debemos dividir en submetas con el fin de facilitar el trabajo y la medición de los avances; simultáneamente fijamos las acciones que debemos ejecutar para llegar a cumplir esa meta; luego diseñamos el plan de trabajo y lo cumplimos con exactitud.

Unas recomendaciones muy efectivas que suelo dar en mis conferencias sobre este tema son: Exhiba sus metas en un lugar visible, comprométase en público a cumplirlas, revise periódicamente los avances, y celebre cada vez que logre alcanzar una meta.

Cada meta es como jugar tiro al blanco. Imagínese usted dándole a un blanco que no conoce, que no sabe dónde está, o que aun conociéndolo lo mantiene en movimiento. Si trabajamos con consistencia en una meta precisa hasta lograr la fuerza de la concentración, lograremos todo aquello que hemos decidido hacer en nuestra vida.

Es muy útil recordar permanentemente: “por qué”, “para qué”, “por quien”, queremos lograr determinada meta. Esto mantendrá encendida la llama del entusiasmo, por lo tanto nos impulsa a trabajar con vehemencia, fogosidad y pasión, en el plan de trabajo que previamente diseñamos. Recuerde, una meta sin acción es solamente una ilusión.