El patrimonio más grande de cualquier vendedor

Parecería obvio decir que un líder es visible, ya que es el punto de referencia de sus seguidores y se supone que estos lo ven con frecuencia; sin embargo muchas veces no es así.

Un líder con sentido humanista se hace visible en cada momento, aparece cuando lo necesitan, y mantiene disponible siempre. Como sabe que el líder seduce con el ejemplo y que es observado todo el tiempo, se obliga a ser congruente y a tener muchos valores agregados fuera de lo común. (Lo que dice en su trabajo lo refleja en su vida privada). El líder que es visible construye su propia marca personal, y posee gran magnetismo que resulta verdaderamente inspirador; inspira con su pasión por lo que hace, lucha contra el asedio permanente de tentaciones o distracciones, y es valeroso al expresar con claridad sus convicciones.

Un líder “elicda”, (lo denomino así porque se ha formado en mi escuela de liderazgo “elicda”), pone gran esmero en crear ambientes para una comunicación fluida, en la que se pueda hablar abierta y francamente; es flexible e incluyente; se compromete con sus discípulos, los hace participativos, los valora y permite que ellos sientan un impacto significativo en lo que hacen. Un líder que desarrolla una venta más humana se acerca a sus seguidores, y jamás cae en la trampa de pensar que lo sabe todo; reconoce que no tiene todas las respuestas, ya que es auténtico y honesto. La autenticidad requiere de mucha valentía.

Donde las dificultades exigen soluciones audaces, necesitamos el contacto uno a uno, y es esta precisamente, una de las características más destacadas en los líderes con sentido humano. Nosotros permanecemos visibles para todo aquel que nos necesite,  inculcamos valores en nuestra gente con mensajes sinceros que son creíbles, porque nosotros tenemos que ser vivo ejemplo de lo que decimos. Inyectamos emoción con nuestras palabras sin utilizar lenguaje autoritario, sino sutil; no obstante incluimos en cada mensaje elementos de confianza, credibilidad, autoridad e integridad.

El líder que se hace visible y es más humano también tiene que ser directo. Es minucioso en dar instrucciones con mensajes claros, concisos y coherentes; sus puntos de vista siempre los expresa con la pasión genuina, que emana de sus convicciones y sueños profundos; muestra con toda claridad sus creencias y los beneficios que se derivan de sus acciones; tiene un punto de vista tan enfocado y poderoso, que este solo hecho genera confianza; además es predecible porque tiene un foco estratégico claro.

Nada se logra si el líder no tiene seguidores inspirados y motivados, pues los prejuicios mentales son el obstáculo más grande y los más difíciles de erradicar. La acción y el compromiso solo se producen si las personas se sienten inspiradas, empoderadas, y con claridad sobre lo que deben lograr.

Si el líder tiene la seguridad suficiente para ser auténtico no puede decir una cosa y hacer otra; por lo tanto no siente la necesidad de fingir saberlo todo, acepta con humildad consejos o sugerencias, y reconoce fácilmente sus propios errores.